jueves, 8 de mayo de 2014

128 - Dulzura espontánea.


Irene le tiende inocentemente a Aroa esta flor que acaba de recoger en el patio del colegio.
Supongo que es demasiado pequeña todavía para entender que su compañera, que sufre una parálisis cerebral y va en silla de ruedas, no puede alargar la mano y recoger la margarita tan facilmente.

Uno de los regalos más grandes que he recibido durante mi carrera es Aroa. Es toda felicidad, toda inocencia, un cúmulo de besos lanzados al aire y sonrisas picaronas. Os prometo que me robó el corazón desde el primer día.

Apenas me queda una semana de prácticas y todavía no me hago a la idea de dejar de ver a mis niños...

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